

La Pedrera
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Fotografía sobre lienzo
2022
De aquí que la nueva narrativa que propuso Benjamín en su elucubración sobre Los Pasajes,en Paris, sugiere una Mirada sobre la ciudad a través de objetos, relatos, viajes, y recuerdos fragmentarios barrocos, que no llega a elaborar en su libro De Los Pasajes, que luego fue recopilado por Rolff Tiedemann, como un rompecabezas, o mapa inconcluso que ira elaborándose a partir del vasto laberinto encarnado en la parafernalia seductora y voraz de la vida parisina.
Ese dialogo con los Pasajes lo concibió como un Lugar de conocimiento en tanto escenario humano del shock donde confluyen lo visible y lo invisible, de lo que dio cuenta también Ítalo Calvino.
En la descripción de los Pasajes como Lugar opulento y rico donde se “cortaba el bacalao” económico de la burguesía de Paris, descubría Benjamín la no tan agradable dulzura de los objetos burgueses de la época, y al mismo tiempo la horrible soledad compartida con desconocidos paseantes, como el mismo.
Creo que en ese contexto del acontecimiento tiene cabida la reflexión del ser y del estar del significante LUGAR.
La ciudad es el bosque de la modernidad o la constelación urbana que contiene y multiplica al sujeto pensante opaco y ausente para sí mismo, provocando un punto de fuga habitado por sueños, lapsus, y síntomas.
Paris 2018 y Barcelona 2019 producen en mí una inexistente mirada, hasta entonces, que eleva el Angulo de visión unos 45 grados hacia el zenit para descubrir la gran calidad de los remates y mansardas de los edificios del siglo XVIII y XIX que relatan la historia social de la construcción de gran cantidad de edificios de estas dos ciudades mediterráneas cuyas mansardas relataban los cambios socio económicos que la tecnología había producido, siendo utilizadas primero por artistas y clases pobres francesas y catalanas respectivamente, que con la incursión del Ascensor se transforman en los pisos deseados de la clase capitalista,y burguesa dominante, hoy en estas ciudades. Este simple ascensor hace de game changer para esos jugosos atelieres del pasado, hoy llamados áticos.
La mirada puesta en ese prójimo, reconocido como Ciudad produce una presencia sin distancia en la que miro y soy mirado por ella, al mismo tiempo y espacio; Que a su vez compartimos creando un vínculo que nos va desbordando con la aparición de este encuentro fugaz e inesperado, producto de esa nueva dialéctica que descubre LA MIRADA.